El flúor es un elemento que se encuentra en la naturaleza, así como en algunos alimentos y agua. Ya en la década de los 30, se demostró que quien tomaba agua naturalmente fluorada presentaba menos número de caries. Así, se ha recomendado el uso de flúor en los depósitos de agua. Organizaciones e investigadores recalcan que es un componente que actúa contra la caries porque fortalece el esmalte. Además, estudios afirman que una aplicación periódica de flúor desde edades tempranas, en la etapa de formación de los dientes, reduce el riesgo de enfermedades dentarias.
Se puede ingerir tomando alimentos y agua que tengan flúor incorporado o mediante pastas dentífricas, colutorios o geles aplicados en clínicas dentales con mayor concentración.
La administración de flúor está indiciada principalmente para niños porque es cuando se asimila en el diente. Pero podrá usarse en pacientes adultos si existe una lesión de caries inicial que puede remineralizarse. Es decir, aquella en la que todavía no afecta a la dentina, sino al esmalte.
Aplicado correctamente, podemos decir que el flúor es un medida eficaz para prevenir la caries. El odontólogo sabrá la dosis adecuada para un adulto o niño teniendo en cuenta las necesidades de cada persona según su riesgo de caries dental.
En definitiva, los principales beneficios del flúor para nuestros dientes son:
- Proteger el esmalte dental
- Remineralizar el diente más rápido para que sea más fuerte
- Actuar como un agente antibacteriano
- Ayudar a mantener una higiene bucal más apropiada
Aunque vemos que las ventajas del flúor son muy importantes, no se puede consumir de forma exagerada. Siempre debe ser en pequeñas cantidades o con tratamientos administrados por un profesional.
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